Mariana Calderón Aramburu
Históricamente los medios -el cuarto poder- habían controlado la información. En manos de pocos estaba la comunicación y la ciudadanía no tenía posibilidad de aportar ideas distintas frente a esas decisiones cupulares, esto mermaba el debate público. Se necesitaban prever mecanismos que permitieran desarrollar una opinión pública bien informada.
¿Cuántas veces no oímos al líder opositor Andrés Manuel López Obrador reclamar a los medios de comunicación el acceso a la réplica? ¿Cuántas veces no denunció públicamente la falta de acceso a los medios para defenderse de información falsa dicha en su perjuicio? Su narrativa frente al poder de los medios, en aquel momento, dejó ver que era necesario democratizar la comunicación y establecer mecanismos igualadores para los ciudadanos.
La sorpresa ha sido que, una vez en el poder, López Obrador, bajo una falsa narrativa de libertad de expresión, creó un mecanismo de comunicación masiva, con recursos públicos, que se ha convertido en un medio institucional con las mismas características de los antiguos medios de comunicación y bajo principios que habían quedado atrás. Las conferencias mañaneras llevadas a cabo por el Presidente, si bien podrían ser espacios de transparencia, rendición de cuentas y diálogo ciudadano, son mecanismos de presión institucional y amedrentamiento político. En ellas se difunde información falsa e inexacta y se presiona a todo aquel que piensa o actúa diferente a los intereses gubernamentales.
Las mañaneras han creado un imperio de comunicación que no democratiza la información, no son un espacio para debatir, son un espacio para difundir una sola idea de Nación y que, como en los viejos tiempos, cierra las oportunidades para quienes se ven afectados por el ejercicio del poder.
Xóchitl Gálvez hizo valer su derecho y, con el apoyo del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, presentó un amparo, alegando la protección de su derecho de réplica. La intención era aclarar las ideas falsas, y equilibrar e igualar de condiciones impuestas desde una sola visión en la mañanera. Nada más importante en una democracia que garantizar a la ciudadanía un adecuado acceso a la información, con el respeto irrestricto a la libertad de expresión.
El Juez de Distrito que conoció del amparo estableció que las conferencias mañaneras trascienden a lo estrictamente informativo y se han convertido en un verdadero ejercicio de gobernabilidad, desde donde se ejercen actos de Estado, se instruye a diversas dependencias a actuar en determinado sentido y se difunde información sobre personajes concretos.
Por ello resolvió el juez que el Ejecutivo está obligado, conforme a la Ley de Réplica, a permitir que Xóchitl Gálvez acuda al mismo espacio, en el mismo horario y en las mismas condiciones a aclarar la información falsa vertida sobre su persona. Negar ese derecho traería como consecuencia que se desinforme a la ciudadanía, contrario al deber de todo gobernante de permitir a la sociedad el acceso permanente a información completa, objetiva y veraz.
El día de hoy, el Presidente tiene una sentencia que reconoce el derecho humano a la réplica y le ordena garantizarlo. No se le está silenciando, no se le está quitando su espacio; simplemente se le está señalando que debe dar acceso a precisar la información falsa e inexacta que se dijo. Incumplir abiertamente con un fallo judicial y negar directamente el ejercicio de un derecho humano a una ciudadana mexicana es olvidarse de su reclamo histórico; la prueba más clara de la lejanía presidencial con los principios democráticos y la cercanía con una visión autoritaria.
Gracias a Andrea Viloria García por su participación en el asunto.
La autora es Directora General del Consejo Nacional de Litigio Estratégico. @Mcalaram
