¿Qué habría pasado si Calderón no hubiese robado la presidencia a AMLO?
Hace años, al finalizar la década de los noventa del siglo pasado, un historiador famoso, Niall Ferguson, profesor de Harvard, publicó un libro interesante: Historia Virtual: ¿Qué hubiera pasado si…?
¿Si qué? Para responder —y entender lo básico de la obra de Niall Ferguson— cito algunas preguntas planteadas en el sitio de internet de Casa del libro:
- ¿Qué hubiera sucedido si Gran Bretaña se hubiese ‘mantenido al margen’ en agosto de 1914?
- ¿Qué hubiera pasado en España sin la rebelión militar de julio de 1936?
- ¿Qué hubiera sucedido si la Alemania nazi hubiese derrotado a la Unión Soviética?
- ¿Y si el comunismo no se hubiera derrumbado?
Un historiador español, José C. Bermejo Barrera, escribió sobre la tesis central del libro de Ferguson que, “en realidad, lo que nos estamos planteando es el viejo problema de la nariz de Cleopatra, suscitado por Blaise Pascal, quien señalaba que algunos milímetros de la misma podrían haber cambiado el destino del Imperio romano, al hacer que César y Marco Antonio no se hubiesen enamorado de ella”.
¿Si Felipe Calderón hubiese tenido una nariz distinta habría conseguido el voto de más personas en 2006 y, por lo tanto, no habría tenido necesidad de robarse las elecciones? No lo sé.
Cuando no sé algo, pregunto a gente experta. Así, cuestioné a un cirujano plástico si con otras fosas nasales el esposo de Margarita Zavala habría podido ser verdaderamente carismático —evidentemente no lo es al natural, con esa jeta tan desagraciada, a la que no favorece su nariz bastante disimétrica—.
La respuesta que me dio el especialista en operaciones reconstructivas es que el carisma no depende de los rasgos físicos de la gente, sino de lo que cada quien tiene dentro de sí: compromiso con la moral, inteligencia, sentido del humor…—. Felipe Calderón no es carismático porque, de plano, no brilla por particularmente inteligente, su sentido del humor es de pena ajena y para él la moral es solo lo que decía el clásico: el árbol que da moras.
Entonces, replanteé la pregunta al cirujano, hombre sin partido pero bastante informado acerca de la política mexicana: ¿Qué hubiera pasado si Calderón no se hubiera robado las elecciones de 2006? Entre los dos respondimos la pregunta:
- AMLO sería expresidente desde 2012.
- La presidencia de López Obrador 2006-2012 habría sido una presidencia muy acotada, ya que no hubiese tenido durante aquel sexenio una mayoría de gobernadores y el control del Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas.
- Calderón no habría huido a España buscando la protección de la poderosa ultraderecha de ese país por el temor que tiene de que en cualquier momento se le acuse en Estados Unidos de ser cómplice de Genaro García Luna.
- México estaría en paz porque nadie hubiera iniciado la estúpida guerra contra el narco, que Calderón pensó utilizar para lograr de esa manera la legitimidad que no le dieron las urnas electorales.
¿Quién habría llegado a Palacio Nacional en 2012 como sucesor o sucesora de AMLO 2006-2012?
Difícil saberlo, pero creo que la izquierda sin duda hubiera seleccionado a su candidato o candidata entre dos opciones, las mismas que buscaron esa posición este 2023: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Y, por lo demás, en la elección presidencial de 2012 cualquier candidatura de izquierda habría probablemente iniciado con ventaja, pero no con las enormes ventajas —inclusive superiores a los 40 puntos porcentuales— que hoy tiene Claudia.
Después del periodo presidencial de AMLO iniciado en 2006, la elección presidencial de 2012 habría sido muy cerrada ya que los partidos de derecha no habrían destruido su prestigio por haber recurrido al brutal fraude electoral de 2006 que indignó a la sociedad mexicana. Al menos el PAN se habría fortalecido con una derrota honorable.
No puede haber la menor duda, el fraude de 2006 representó el inicio del fin del PAN como partido competitivo. El panismo terminó de arruinarse por culpa del gobierno de Calderón, quien ensangrentó al país con su guerra contra el narco y, para colmo, entregó la jefatura de las operaciones bélicas a un empleado del cártel de Sinaloa, el ya mencionado García Luna.
Insisten en que la SCJN sea partido de oposición
Cito al columnista Carlos Loret de Mola, de El Universal:
- “Puñalada por la espalda de la presidenta de la Suprema Corte a los trabajadores del Poder Judicial, a sus trabajadores”.
Cito a Enrique Quintana, de El Financiero:
- “Es, al menos, incongruente, que la presidenta de la Corte no rechace explícita y claramente lo señalado por el presidente de la República”.
- “El presidente de la República le puso una trampa a la Corte, de la cual esta no supo cómo escapar. Y ahora, sea cual sea la salida, va a salir perdiendo”.
- “Si acepta que se pueden extinguir los fideicomisos, perderá credibilidad con el personal del Poder Judicial y con la sociedad”.
- “Si ahora se echa para atrás y dice que nunca lo aceptó, los ministros quedarán como mentirosos y ambiciosos”.
Cito a Carlos Marín, de Milenio:
- “Derogar para empezar a dialogar”.
- “La ministra Piña podrá decir y hacer lo quiera, menos violar o permitir que se viole la Constitución”.
Cito al senador Germán Martínez:
- “Yo creo en la división de poderes del Poder Judicial, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, eso es República, yo quiero seguir viviendo en una República, no en un lugar donde haya tratos y arreglos debajo de la mesa”.
La molestia por el inicio de un diálogo entre el presidente AMLO y la SCJN no tiene que ver con las dificultades legales de entregar, a la gente damnificada de Acapulco, los recursos de los famosos fideicomisos del poder judicial. Tales complicaciones legales y hasta constitucionales se podrían resolver con diálogo, buena fe y creatividad.
Lo que molesta a Carlos Loret, Germán Martínez, Carlos Marín y Enrique Quintana es otra cosa: que al fin se abra una puerta para el diálogo racional entre poderes.
La comentocracia lo que quiere es que la corte suprema se convierta en partido de oposición. No puede haber nada más antidemocrático.
Lorena, la panista
Dije ayer que confiaba en el profesionalismo y, por lo tanto, en la objetividad de Lorena Becerra, exencuestadora de Reforma.
Alguien me dijo que ella, como profesional independiente, colaborará en el equipo de campaña de Xóchitl Gálvez. No es una falta demasiado grave si Lorena lo admite antes de difundir sus estudios demoscópicos, lo que ya hace en Latinus, un portal informativo que no practica el periodismo objetivo, sino el periodismo militante: contra Andrés Manuel López Obrador.
En su biografía sobran razones para sospechar que Lorena Becerra caerá en la tentación de favorecer a la panista Gálvez. Como la propia encuestadora le dijo a María Scherer —quien publicó la entrevista en El Financiero—, doña Lorena ha estado demasiado cerca del PAN y de la derecha mexicana:
- Estudió en el ITAM, universidad bastante buena, pero de ideología abiertamente neoliberal.
- Trabajó en la casa encuestadora ARCOP, cuyo fundador, Rafael Jiménez, colaboró con Vicente Fox cuando este fue presidente de México.
- “De 2010 a 2012, los últimos años del gobierno de Calderón, Becerra dirigió el área de Opinión Pública de Presidencia tras encargarse de proyectos especiales”.
- “Luego formó parte del equipo de campaña de Josefina Vázquez Mota”, cuando este fue candidata presidencial panista en 2012.
- Fue la encuestadora de Reforma, periódico más que identificado con la derecha.
- Como jefa del área de encuestas de Reforma, Lorena Becerra firmó un “acuerdo relevante” con Latinus, el sitio de internet dirigido por Carlos Loret de Mola que se ha especializado en golpear a AMLO.
- Ahora es la encuestadora oficial de Loret.
Ojalá la señora Becerra mantenga su independencia intelectual y no vaya a ceder a las presiones que le pedirán apoyar a la oposición que, ahora mismo, está en las encuestas mucho muy lejos de . En estudios muy serios —De las Heras Demotecnia, Covarrubias y Asociados, Enkoll, MetricsMx, etcétera— Xóchitl Gálvez pierde frente a Claudia Sheinbaum por una gran cantidad de puntos porcentuales de diferencia.
Habrá que estar al pendiente de su trabajo, que espero sea absolutamente profesional. No vale la pena perder a una encuestadora seria para ganar a una activista sin credibilidad —ninguna credibilidad si sus análisis los va a difundir don Carlos Loret de Mola, quien podría ser un gran periodista, pero lo pierde el odio contra Andrés Manuel—.
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